Drag en prisión: la lección de vida que aprendí con Rejas Rosas

25 de octubre de 2023 por
Juan M. Fernández

Mentiría si dijera que no fui con cierta desconfianza a la prisión de Soto del Real. La imagen que se ha mostrado en el cine o en las series de lo que es la vida en un cárcel no ayudaba. Y sobre todo teniendo en cuenta que aquella visita no entraba entre mis planes cuando me levanté aquella mañana. 

De pronto, esa vida brilli brilli diaria de la televisión iba a transformarse en una entrada en prisión. Pero, no era cualquier entrada. Era una entrada justamente también llena de brillos, pelucas y purpurina. Y es que los compañeros de Rejas Rosas habían preparado a conciencia un espectáculo drag con algunos de los reclusos LGTBIQ+ para demostrar a los demás presos la importancia del transformismo en la sociedad y, sobre todo, visibilizarles dentra de la prisión. 

La idea sonaba muy bien por lo que hubiera sido un enorme equívoco que esos infundados temores hubieran frenado uno de esos días que se te quedan marcado en la cabeza y el corazón de por vida. Sobre todo porque toda aquella desconfianza ante lo desconocido se esfumó nada más cruzar los controles de seguridad. Allí me encontré con un grupo de chicos que, a pesar de las dudas y los nervios, tenían una energía y unas ganas de brillar como hacía tiempo no me había encontrado. Algo que demostraron cuando se subieron al escenario. Uno tras otro se entregaron por completo a su show mientras yo no podía controlar la emoción y las lágrimas. ¡Era tan emocionante asistir a algo así! Si ya hay que ser muy valiente para subirse a un escenario, lo es más para hacerlo delante de tus compañeros de prisión. Pero, una vez más, derribando cualquier prejuicio previo que pudiera tener, me gustó ver el compañerismo que había y cómo cada módulo jaleaba a los suyos cuando desfilaban y bailaban como auténticas estrellas. 

Ya al marcharnos fueron muchos los que nos dieron las gracias. Pero la realidad es que quienes tenemos que estar agradecidos por asistir a algo así somos nosotros, porque no todos los días se aprende una lección de vida como la que aprendimos esa jornada ya inolvidable en Soto del Real.


Juan M. Fernández es parte del voluntariado de la Fundación 26 de Diciembre.

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