Mi visión sobre la realidad trans

Mónica Martín
22 de diciembre de 2020 por
Fundación 26d

Como activista desde los años 80 y fundadora de Transexualia, Hetaira (defensa de los de derechos de las trabajadoras sexuales), Federación Estatal de Transexuales (con muy corta vigencia), varios años en la junta directiva de COGAM y en la actualidad como usuaria de la Fundación 26 de Diciembre, quiero opinar.

Lo primero, reconocer a la generación de muchas mujeres y hombres transexuales el esfuerzo de esta lucha, en especial a las mujeres que siempre hemos sido la parte más expuesta y que teníamos que luchar por el reconocimiento de derechos. Así como como por las continuas detenciones y la aplicación de escándalo público en el ámbito del trabajo sexual, con las correspondientes fichas policiales y las detenciones de 72 horas, situación que se arrastró hasta finales de los años 80. Imposible recordar a tantas que, como yo, pusimos nuestro esfuerzo y dejamos apartados nuestros sueños, sin ningún interés personal y solo por contribuir a un bien común. Con nuestra recomendación del parlamento europeo de 1989 abarcamos todos los campos, pero nos centramos en el derecho a la identidad y a una necesidad de inclusión en la sanidad pública para un diagnóstico y que no nos automedicáramos sin control, o fuésemos víctimas de cirugías aberrantes como la silicona líquida.

Considero un hecho histórico nuestra rectificación registral, que fue consensuada por una mayoría de los colectivos (por supuesto mejorable), así como la puesta en marcha de las unidades de género en varios territorios del Estado. Entiendo que otra generación tenga preocupaciones diferentes. Estoy de acuerdo en que no nos consideren enfermos, aunque por mi larga experiencia en ver casos, sí considero necesario el trabajo de profesionales sociosanitarios que nos puedan ayudar. Sí es importante dejar de ver la transexualidad como sólo un problema médico que se soluciona con medicación, cirugías y con intervenir en edades tempranas a nivel médico. Son procesos complejos y decisiones en muchos casos irreversibles, que el sujeto debe elegir libremente y con todo el conocimiento previo de las decisiones en cuanto a su género y a su sexualidad. Debe decidir sin presión de ningún entorno.  El debate de género me parece muy importante para una liberación de la persona, de vivir su género y sexo como desee. Para ello considero fórmulas legislativas diferentes a la transexualidad, como puede ser el no tener por qué identificar el sexo en el DNI o aquellas que se consideren. Considero que la ley de identidad tiene su vigencia.

Hay que seguir luchando por incluir y normalizar el hecho transexual en la educación. Programas de inclusión laboral no solo en formación, sino en convenios con empresas para hacer efectiva dicha inclusión; y seguir luchando con la misma energía por defender a las trabajadoras sexuales en su normalidad laboral, para que dejen de ser víctimas de mafias y de la desidia de la administración en este tema. Debemos alejarnos de la instrumentalización de nuestra imagen como objetos sexuales, no solo en el entorno del trabajo sexual, sino en general para poder realmente normalizar nuestra vida de cara a una relación afectiva plena.  Espero que la mejor noticia sea no ser noticia.

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