Fue un honor para mí ayer el 1 de julio acompañar a la Fundación de 26 de Diciembre en el día del orgullo. La fundacióbn que hoy en día me da apoyo y ayuda por mi discapacidad para poder emprender mi vida como cualquier otra persona. Una fundación que lleva años empezando desde la nada ayudando a personas mayores del LGTBI que no solo tenían el problema común de la mayoría de los casos de su lucha social de soledad y abandono por ser mayores. Sino que tienen que llevar el peso de que son personas de un colectivo que gracias a Dios cada vez es más visible pero no hace muchos años era muy escaso porque no se podía permitir crecer porque eso era cuestión de lacra social. Pobre, viejo y gay (incluyendo a todo el colectivo). Se puede ser más triste en la vida. Pero aparece esta fundación de la ilusión y del amor de un hombre, Federico Armenteros. Da un giro y nos sorprende con una luz de esperanza a un colectivo castigado. Abre puertas y nos enseña una nueva forma de vida. Un colectivo que con el paso de los años estaba condenado prácticamente a la soledad por el precio de la vejez. De repente se ofrece una visión de vida. Estamos aquí, somos útiles, lo fuimos anteriormente abriendo puertas a empujones cuantos las puertas se nos cerraban y ahora podemos ver gracias a la gente que viene detrás que todo ha valido la pena. Y nosotros estamos vivos disfrutando de un ideal de una vida mejor gracias al sueño de un hombre y el duro trabajo de un equipo. Mil gracias!!! Todo ha valido la pena….
¡Es verdad… queda tanto por hacer! Pero si antes éramos hierba ahora somos árboles: grandes, fuertes, potentes y de todo tipo de variedad. Un bosque inmenso y precioso de humanidad. No somos débiles. Hemos crecido y agarrado a la tierra ocupando nuestro lugar. Fue para mí un honor llevar esa pancarta de la F26D #mayoreslgtbi. La gente y la prensa de todos los países se volcaban con nosotros. Con vítores y aplausos. Es verdad. Se lo merecen, pues fueron los primeros en abrir camino, jugándose la piel, la cara o la vida… Ha costado tanto llegar hasta aquí que no podemos permitirnos un paso atrás.
Yo fui uno de esos niños como tantos que tuvo que soportar las humillaciones y el bullying por ser mariquita. Tanto que quería pasar desapercibidos pero mis gestos de las manos, mi caminar, mi voz me delataba… Prefería imaginarme bailando y cantando en un escenario que jugando al fútbol… No me dejaban jugar con muñecas y tenía indios para poder peinarlos… Sufrí agresiones sexuales desde la infancia que tenía que ocultar porque yo mismo me culpaba por ser mariquita y después mis propios agresores se burlaban de mi por ser gay…
Cansado de abusos y burlas en mi adolescencia me revelaba pintándome los ojos y llevar ropa con transparencias siendo esto el motivo de riesgo de sufrir alguna agresión tanto verbal (eso común en todos los días) y otras físicas. Hoy gracias a Dios tantos chicos de todas condiciones sexuales pueden vestir así y no pasa nada. Recuerdo mis primeros orgullos en Madrid. Cuando gente se ocultaba la cara para no ser reconocido en TV (ahora se pelean por dar la cara) La policía nos escoltaban por calles paralelas para impedir que hubiera algún enfrentamiento con shinhead por ejemplo. ¿Cuántas palizas se han llevado gais que eran desprevenidos solitarios? Todo ese camino en que no hace tanto tiempo han sido las puertas para la diversidad de hoy en día. Por ese motivo se tiene que celebrar con orgullo el día del Orgullo. Para que no haya nunca un paso atrás. Porque hay algo que nada ni nadie puede ya quitarnos…. Nuestra dignidad.