Otra LGTBIfobia

Izan Parra
12 de mayo de 2021 por
Fundación 26d

El caso de B. es el de una mujer trans que migra huyendo del odio hacia la diversidad, y se encuentra con desidia, intransigencia y aislamiento. La otra lgtbifobia, esa que pasa desapercibida

B. nació en El Salvador y, cuando apenas había pasado de los 20 años, dijo ‘basta ya’. En su nueva etapa encontró el amor y parecía que todo iba bien hasta que una noche el SAMUR la encontró en su casa inconsciente. Casi muerta, la lgtbifobia más brutal la dejó en silla de ruedas y con lesiones neurológicas.

A partir de ese momento, nadie le preguntó como quería vivir su vida. Pasó casi una década en paliativos, donde su identidad desapareció para convertirse en un cuerpo que había que mantener. Se recuperó de las lesiones más graves, pero nadie le dio la opción de reconquistar su vivencia como mujer. Hace poco, fue traslada a una residencia donde no puede socializar porque convive con personas con deterioro cognitivo severo o alejadas del entendimiento de su vivencia. Sin opciones de visibilizarse como la mujer que es y quiere ser.

Fui a visitarla, pasamos un rato charlando, y me sorprendió una de las frases que mencionó: “lo que más echo de menos es tomar una Coca Cola”. B. está limitada a vivir una vida que no quiso vivir, pues se encontró con un abandono social que nadie reclamó. Sabemos de ella, porque por suerte, nos encontramos en su camino. No obstante, me preocupa pensar cuántas personas están en una situación parecida, sin nadie que lo sepa, o sin los recursos adecuados. A veces necesitamos referentes, son fundamentales para crecer como personas. Pero sobre todo, para las personas que nos hemos sentido apartadas del resto de la sociedad por no encajar en los cánones establecidos. B. fue abandonada, abandonada por una sociedad para la que su vivencia resulta inútil e incluso irrelevante. Arrastrada en el día a día como una mártir de sus propias carnes. Pero ella, quiere ser ella, y tiene derecho a ser ella.

Siento dolor y tristeza. Les trabajadores sociales también tenemos derecho a reconocer el dolor y la tristeza que supone trabajar con la escasez de servicios que reclamen este tipo de abandono institucional. Esta es la otra lgtbifobia. Esa cimentada en la incuria, que perpetúa situaciones de discriminación. El conocimiento de la diversidad, necesaria para erradicar esta ignorancia, debería ser una iniciativa colectiva y promovida desde quienes ocupan cargos de responsabilidad en instituciones, empresas y servicios sociales.

La otra lgtbifobia hace el mismo daño, pero no se ve y no hace ruido.

Izan Parra es trabajador social de la Fundación 26 de Diciembre.

Ilustración: Elle, de David Parra.

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