La lucha lésbica también es memoria histórica

26 de abril de 2024 por
Encarna Cantos, Jimena García, Miriam Navarro y Alba Rubio

De aquello de la memoria democrática, como es natural, se habla mucho en una facultad de letras. Sin embargo, en cuatro años de clases de historia, ningún profesor había mencionado a nuestros mayores LGTBIQ+. Ésta fue la paradoja que nos llevó, como estudiantes de Periodismo y Humanidades, a indagar en las entidades sociales que tratan de preservar la historia de nuestra comunidad, brindando espacios seguros a aquellas personas mayores LGTBIQ+.

Así fue cómo conocimos la Fundación 26 de diciembre, cuyo nombre remite a aquel día de 1978. Desde entonces, han pasado 46 años desde la modificación de la ley franquista que castigaba a cualquier persona considerada un peligro para la sociedad. Entre ellas, las que pertenecían al colectivo LGTBIQ+. Y casi 50 años más tarde, tras una democracia empujada por la población civil, seguimos recordando todo lo que queda por hacer. Ser homosexual no es un delito en España, aunque sí lo sigue siendo en distintos rincones del mundo, pero todavía no está del todo aceptado por algunos sectores de la sociedad. Si además eres mujer, estás expuesta a una doble discriminación: por mujer y por lesbiana.

Faltan palabras para decir lo importante que es este 26 de abril, Día de la Visibilidad Lésbica. También para enumerar todas las razones por las que sigue siendo necesario reivindicarlo en el presente. Aún así, antes de mirar hacia el futuro tenemos que echar la vista atrás. Antes de la reforma de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (heredera de la Ley de Vagos y Maleantes), ¿qué ocurría con las mujeres lesbianas? ¿Cómo era su vida en las grandes ciudades? ¿Y en la España rural? ¿Quiénes fueron sus referentes? ¿Cómo cambió su situación durante la Transición? ¿Cómo vivieron su sexualidad? ¿Cómo la viven hoy?

Con estas preguntas y, unas cuantas más, visitamos la Fundación hace un par de semanas. Ahora que tanto se habla de la importancia del diálogo intergeneracional y, con la excusa de un trabajo para clase, nos acercamos para conocer de primera mano estas realidades que pensábamos que nos quedaban muy lejos. El primer impacto fue describir que esta distancia es más bien corta, pero que el relato había caído en otras voces, en otras miradas: las lesbianas, que siempre han estado aquí, habían sido invisibilizadas. 

Todos los miércoles hay un grupo de lesbianas que se reúnen en la fundación para charlar. De diversos temas, a veces más de acuerdo y otras menos, pero este lugar siempre sirve como un espacio para reflexionar, para escucharse y para estar. Allí, nos recibieron con los brazos abiertos y disfrutamos escuchando las respuestas de esas mujeres sobre las cuestiones que íbamos poniendo sobre la mesa. 

La reflexión de Begoña sobre la falta de socialización con el paso de los años nos hizo comprender cuán necesario es crear espacios para aquellas personas mayores, como ellas, que no cesan de perderlos. Susana eligió muy bien las palabras para describir la relevancia de inventar lugares de reunión en el caso de las personas LGTBIQ+. Así retrató su vínculo con este grupo de mujeres: “Mi lugar está con las lesbianas. Es mi mundo y por eso lo busco. Lo busco no solo para divertirme o relacionarme, sino para cosas más importantes como pertenecer”.

Todas las anécdotas e historias que nos contaron sobre la represión, la falta de referentes, y sobre todo, sobre la invisibilidad lésbica, nos revolvieron las tripas: ¿Por qué no habíamos pensado en nuestras mayores lesbianas antes? Somos sus herederas y no nos hemos dado cuenta hasta que nos hemos topado con ellas frente a frente. Así nos lo recordó Carmen, que, como solo consiguen hacer las buenas mentoras, consiguió que nos quedáramos con su lección para siempre en nuestra memoria: “Nuestra generación, la pasada y la anterior han hecho unos grandísimos avances. Y creo que la gente joven no lo pone en valor. Os habéis encontrado con las nuevas leyes y, ¡qué bien!, pero no ha llegado por amor al arte. Las cosas no llegan gratis, ninguna. Y esta tampoco, ni mucho menos.” 

Resulta que somos hijas de una lucha que ya ha conquistado mucho. Resulta que, gracias a ellas, podemos ser más libres y felices. Hoy, y siempre, recordamos lo importante que es poner cara a estas mujeres, reconocerlas, y sobre todo, dedicarles un espacio privilegiado en nuestra memoria

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